Papá. Ese héroe silencioso que, con paciencia, sentido del humor y algún regaño a tiempo, me ha enseñado a entender el mundo. No siempre lo dice con palabras, pero sus acciones dicen más que mil discursos.
Hoy, ya sea cocinando, conduciendo, o en una conversación casual, me doy cuenta de que sus enseñanzas siguen vivas. Lecciones que no se olvidan. Lecciones que se viven.
Estas son algunas de ellas:
Papá no será chef, pero su sazón tiene algo especial. Me enseñó que cocinar no es seguir instrucciones al pie de la letra, sino ponerle pasión, probar, equivocarse y disfrutar. Con Royal Prestige®, papá hace de cada comida un momento inolvidable. Y ahora que me toca a mí, con las mismas ollas y esa misma actitud, sé que en la cocina también se transmite amor.
Aprender a manejar con papá fue todo un reto. “Maneja como si los demás no te vieran”, suele decir. Y entre frenazos y semáforos, me enseñó a mantener la calma cuando todo alrededor va muy rápido. Una lección que aplica incluso cuando todos tienen hambre… y la comida todavía no está lista.
Papá no es de muchas palabras, pero cuando más lo necesito, sabe qué decir… o cuándo no decir nada. “El corazón duele, pero también aprende”, me dijo una vez mientras cocinaba con su olla Royal Prestige® y me servía esa sopa que siempre me reconforta el alma.
A su manera, me enseña que el silencio también acompaña, y que no todo dolor es el final. A veces, es el principio de algo nuevo.
Papá sabe cuándo bromear, cuándo hablar en serio y cuándo simplemente disfrutar el momento. Me enseñó que la vida es cuestión de equilibrio: entre lo que hay que hacer y lo que se quiere, entre lo estructurado y lo espontáneo. Porque, como en la cocina, lo que cuenta es la intuición, los tiempos… y el sabor que uno le pone.
Hoy, en cada reunión familiar, en cada consejo, en cada risa compartida, papá sigue presente.
Y aunque no siempre se lo diga, cada una de sus enseñanzas le sigue dando sabor a mi vida.
Con cariño, para todos los papás que nos enseñan a ponerle sazón a cada momento.
¡Feliz Día del Padre!